Las averías te pueden costar mucho dinero y tiempo, a veces por daños evitables. Sigue estas pautas y evita ciertos comportamientos inadecuados que hacen al coche ser propenso a averías.
1- Si no revisas las presiones de los neumáticos de forma periódica, pueden ocurrir dos cosas:
- Que los neumáticos se desgasten de forma irregular.
- Que sufras un pinchazo en marcha. Los reventones que suceden a alta velocidad son muy peligrosos y pueden causar graves daños al carro y a los pasajeros.
Solución: revisa la presión de los neumáticos, al menos, una vez al mes. Las presiones indicadas por tu fabricante vienen indicadas normalmente en el manual del auto, en la cara interna de la tapa del depósito de carburante, o en el marco de alguna de las puertas.
2- Si en un semáforo, mantienes pisado el pedal del embrague, provocas un mayor desgaste del sistema de embrague. Pues aunque tengas pisado el pedal a fondo, siempre se produce cierto rozamiento en sus partes internas, afectando tanto al disco como, sobre todo, a las piezas que actúan sobre él.
Solución: deja el coche en punto muerto y sin pisar el embrague en esas circunstancias. Evitarás ese desgaste y tu pierna izquierda estará más descansada.
3- Si abusas de los frenos en bajadas prolongadas, aumentas el desgaste de los discos y pastillas. Esto provoca posibles deformaciones en los discos, algo que generaría fuertes vibraciones en el volante al frenar y deteriora el líquido de frenos, el cual ofrecerá una menor resistencia a la fatiga.
Solución: utiliza marchas cortas -por ejemplo, baja en tercera velocidad en vez de en cuarta- cuando afrontes una bajada prolongada. Además de hacer trabajar menos a los frenos, tendrás un mayor control sobre el vehículo al tomar las curvas.
4- Si circulas con el motor muy bajo de revoluciones. El sobre esfuerzo al que se ve sometido el propulsor podría provocar daños en piezas como los casquillos del cigüeñal, de las bielas… Esto reduce la vida útil del motor.
Solución: mantén el motor siempre a un régimen en el que notes que el coche responde con cierta contundencia a poco que pises el acelerador. En un diesel, ese régimen suele estar a partir de 1.700/1.800 RPM, al igual que en muchos motores turbo de gasolina; si se trata de un propulsor gasolina atmosférico, ese umbral asciende hasta 2.500 rpm, aproximadamente.
5- Si apenas utilizas el aire acondicionado, el propio funcionamiento del aire acondicionado asegura una correcta lubricación del sistema, algo que alarga la vida del compresor y ayuda a reducir el riesgo de posibles fugas de gas.
Solución: conecta el aire acondicionado al menos una vez cada dos o tres meses durante 10 minutos. Da igual que selecciones una temperatura elevada para no pasar frío que una temperatura baja para no pasar calor.
6- Si mantienes la mano sobre la palanca de cambios, aunque no la uses, se genera un poco de presión sobre los mecanismos internos de la caja, algo que termina por desgastar y provocar holguras en sincronizadores, rodamientos. A largo plazo, esto se traduce en vibraciones, y que las marchas no entren correctamente.
Solución: pon la mano sobre la palanca sólo cuando vayas a cambiar de velocidad.
7- Si no frenas lo suficiente antes de pasar por un hoyo, es fácil que pinches un neumático al tener un impacto contra la llanta, que también puede deformarse. Además, los golpes secos pueden generar daños en las rótulas y también en los puntos de anclaje de la suspensión.
Solución: pasa siempre despacio por zonas bacheadas, sobre todo si tu coche lleva llantas de más de 17″ y no es un todo terreno. Además, intenta frenar siempre antes de llegar al hoyo; si lo haces justo al afrontarlo, cargarás más peso sobre el eje delantero y los daños podrían ser aún mayores.