Cuando llega el momento de cambiar de coche nadie es indiferente. Aquí te damos las claves para saber cuándo cambiar de coche. Hablar de la vida útil de un vehículo no es fácil ya que influyen muchos factores que ayudan a reducir o alargar su durabilidad. Los principales son el mantenimiento preventivo y correctivo, el uso y forma de conducción y el clima.
Sin duda tu coche durará más si pasa todas las revisiones que estipula el fabricante, si lo conduces de forma suave, sin frenazos ni aceleraciones bruscas, más por carretera que por ciudad y si vives en una zona donde la meteorología no sea muy severa.
¿Cuánto puede durar mi coche?
La competencia en el sector del automóvil es muy alta y los fabricantes se esfuerzan por lanzar al mercado coches seguros, fiables y duraderos. Es por este motivo que antes de ponerse a la venta se someten a duras pruebas de resistencia tanto del motor como de la carrocería para garantizar unos estándares mínimos. Las condiciones de fabricación obligan a que los vehículos tengan una vida útil mínima y máxima, que puede variar en función de las marcas y modelos.
Estos estándares de calidad para el motor rondarían, en general, un mínimo de 150.000 kilómetros y una duración media entorno a los 250.000 kilómetros dependiendo del uso y del mantenimiento. De igual modo se garantiza la calidad de la carrocería durante un mínimo de 10 años, mientras que la instalación eléctrica tienen una durabilidad ilimitada. En cualquier caso, son cifras aproximadas que se pueden duplicar si nuestro vehículo duerme en garaje, bien protegido del calor o frío extremo.
¿Qué nos hace pensar que ha llegado el momento de cambiar de coche?
El motor es clave en la vida de un vehículo. Las piezas móviles sufren desgaste por el uso, mientras que las fijas se van deteriorando por el paso del tiempo. Si es un coche que ronda los diez años y en el que estas señales están presentes, es momento de cambiar de coche para circular con seguridad. Valora los pros y contras de conducir un coche viejo y en mal estado.
- Escuchas ruidos extraños en el motor, tanto cuando arrancas como cuando está en marcha.
- La temperatura del motor no se mantiene estable.
- Notas vibraciones en el volante, en los pedales, en la transmisión.
- Las pérdidas de fluidos o sudoraciones por juntas y manguitos son cada vez más frecuentes.
- Detectas ruidos y holguras en la dirección, suspensión, transmisión, embrague o frenos cuando estás circulando: el sistema de amortiguación no absorbe bien las irregularidades del asfalto, tienes que hundir más el pedal del freno para detener el coche, te cuesta cambiar de marchas. Son señales de que tu seguridad está en riesgo.
- Si el humo que sale del tubo de escape es de color negro es síntoma de que el motor está quemando mucho combustible y puede estar provocando desperfectos en otras piezas.
- Sufre pequeñas averías, pero muy continuas.
- La carrocería se encuentra en mal estado, con óxido o golpes.
- El habitáculo tiene defectos de funcionamiento, roturas, y en general está sucio y en mal estado.
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