Desde el momento de su invención, en el tránsito en los siglos XVIII y XIX, los primeros constructores de bicicletas se dieron cuenta de la necesidad de un sistema que ayudase a parar el nuevo medio de locomoción. Aunque en primer término fueron los pies del ciclista los que hicieron este trabajo (al modo en que hoy los niños pequeños paran sus primeras bicis), pronto surgieron varios mecanismos de frenado. Algunos prosperaron; otros muchos quedaron en el olvido.
Hagamos un pequeño repaso por los tipos de freno más comunes en las bicis actuales. Porque pocos elementos hay tan fundamentales para el buen funcionamiento de la bicicleta como unos buenos frenos.
Frenos de pinza
Los más habituales en las bicicletas de carretera, también llamados ‘caliper’. Consisten en dos zapatas atornilladas al cuadro por un solo punto. Las manetas, situadas en el manillar, tiran de un cable flexible que acciona las zapatas, cerrándolas y haciendo que presionen a ambos lados de la llanta, con lo que la rueda baja su velocidad.
Las zapatas suelen ser de goma y, por lo tanto, se desgastan con el rozamiento, con lo que conviene revisarlas de vez en cuando para que el metal no llegue nunca a tocar contra la llanta, deteriorándola.
Frenos ‘cantilever’
Aunque su sistema es esencialmente el mismo que el de los frenos de pinza, se distinguen de éstos en que el cable que los acciona hace su función desde el centro, y no desde un lado, y en que las dos zapatas van atornilladas independientemente a cada lado de la horquilla. Fueron durante años utilizados en el ciclismo de montaña, y por buenas razones: son sencillos y resistentes, es difícil que entorpezcan el paso de la rueda, resisten muy bien la suciedad y el desgaste y son los más fáciles de reparar, algo especialmente apreciado cuando se averían en medio de un monte.
Hoy siguen siendo populares en las bicicletas de montaña más corrientes, aunque varias patentes derivadas y con el mismo espíritu de funcionamiento les han comido el terreno. Es el caso de los V-brake, en los brazos en los que va fijada la zapata son más largos.
Frenos de disco
Cada vez más utilizados en las bicicletas de montaña, su diseño es semejante al de los frenos de los automóviles; un cable acciona las zapatas, que presionan un disco de metal situado en el buje. Ofrecen un frenado más seguro que el resto de sus parientes, aunque también es cierto que son más caros, más pesados y más difíciles de reparar. En los últimos tiempos se han empezado a montar incluso en las máquinas de carretera, aunque en esta especialidad su alto peso y una aerodinámica menos depurada siguen restándoles adeptos.
Existen frenos de disco de acción mecánica (es un cable el que pone en funcionamiento el freno, al apretarlo en el manubrio) o hidráulica (funcionan por presión de fluidos). Estos últimos son más seguros, pero también bastante más costosos.
Frenos de tambor
Mucho menos usados que cualquiera de los anteriores, funcionan con unas zapatas que presionan un cilindro situado entre el buje y la rueda.
Sistemas en desuso
Existen, además, algunos tipos de freno que ya no se utilizan (en muchos casos por fortuna, dado lo rudimentario de su mecanismo). Los frenos de cuchara, por ejemplo, eran simplemente piezas de cuero o goma que se accionaban con un sencillo mecanismo y que paraban la bici presionando la llanta o incluso la rueda. Sus sucesores, los de varilla, consistían en un sistema que se accionaba en el manubrio y que tiraba hacia arriba de un par de zapatas parecidas a la de los frenos de pinza actuales.
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