A no ser que seamos adivinos, si el conductor de delante no pone la señal de intermitente, difícilmente sabremos si pretende cambiar de carril. El intermitente es la única forma con la que podemos avisar al resto de conductores de la intención de nuestra maniobra, pero en la práctica vemos que no todos los conductores lo utilizan.
Antes de entrar en la cuestión, pensad que el ser humano tiene la tendencia instintiva de comunicarse y lo hace constantemente en muchos ámbitos (se estima que hay más de 6.000 lenguas habladas en el mundo). Pero si tenemos que referirnos al lenguaje que utilizamos para comunicarnos entre conductores, vemos que no hay tantas opciones para elegir.
La lengua dominante que se impone en el ámbito de la conducción es la de las señales luminosas y acústicas que, mediante unas reglas y convenciones, se ha consolidado a nivel mundial y nos permite comunicar las maniobras de dirección, frenado o emergencia al resto de usuarios de la vía.
Algo tan obvio como la luz roja de freno lo entendemos todos, pero veamos en qué casos la luz intermitente no se utiliza con tanta frecuencia y qué implicaciones tiene en la autopista:
Pues bien, el no haber puesto el intermitente en una situación como la anterior puede haber implicado dos principales riesgos que has asumido sin ningún temor:
- En primer lugar, el tiempo que dedicamos para mirar por el retrovisor puede no ser suficiente para ver a todos los vehículos, u ocultarte algún otro vehículo en el ángulo que no ves (sobre todo motocicletas).
- En segundo lugar, el vehículo al que avanzas puede también querer avanzar a otro vehículo, dando como resultado un malentendido poco deseado.
- O bien por no tener precisión para incorporarte a la velocidad del resto, o bien porque nuestro vehículo anda un poco justo para incorporarse con agilidad, mantener el intermitente activado facilita que resto de conductores vean con antelación tu maniobra y te faciliten la incorporación.
Así pues, activar el intermitente para realizar nuestras maniobras de cambio de carril y de incorporación a la autopista es una cuestión de lógica y de sentido común que afecta tanto a nuestra seguridad, como a la del resto de conductores.
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